SUBTERRANEO

El sol en la ventana de la cocina. Las hojas aún verdes de los árboles. Cierto fresco de otoño.
Primer saco de la temporada. El cielo muy azul. Hombres en la esquina. 
Estación de subte.
El altoparlante chilla: "Personal policial para la estación Callao". Una mujer pregunta. Un hombre alto explica: "Está lleno de chorros" y señala un joven con remera de boca.
Yo lo miro, al hombre, no al joven.
Subo al tren y me siento.
Un viejo con remera verde reparte estampillas. Tiene medio trasero afuera del pantalón. Una mujer lo mira. Luego me mira, suspira y sonríe. Le sonrío también. No se qué otra cosa hacer.
Por la derecha un hombre calvo pega volantes sobre la puerta del tren: 
“Discrette Sex Shop”. Vuelvo a reírme, esta vez sola.
Mi mirada continúa su recorrido.
Llega una pata de palo, pidiendo limosna.
El tren aún no arranca.
Volví ayer a Buenos Aires.
Me sumerjo en la lectura.
Que la ficción me salve.
Hoy no puedo con tanta realidad. 

Texto y Foto: Verónica Mc Loughlin