LABERINTO






Se puede perder el tiempo,
el rumbo,
el ritmo,
la salud,
la oportunidad.

Se puede perder un turno,
un juego,
una apuesta,
una carrera,
un partido,
un negocio,
un trabajo,
un papel,
un concurso,
una elección,
un juicio.

 
Se puede perder al  gato.
 
A veces se pierde el tren,
la valija,
el pasaje,
una llamada,
un recuerdo,
el hilo de la conversación.
 
Se pierde peso,
una pierna,
un embarazo,
un riñón,
una idea.
 
Se pierde plata.
 
También pierde la canilla,
la pileta,
un caño,
el inodoro.
 
Se pierde de vista.
 
Y se pierde la vista,
el oído,
el pelo,
los dientes,
los anteojos,
la belleza,
la agilidad,
la memoria.
 
Se pierde una amiga,
un hijo,
un padre,
una hermana.
Se pierde la paciencia
y la alegría,
la esperanza,
la cordura,
el sentido,
la razón.
 
A veces me pierdo.
 
Se pierde la vida.
Y no se gana.
Ganarse la vida es otra cosa.

Texto y foto: Verónica McLoughlin


SINCRONIA PRESENCIAL

 



Prefiero 
la conversación al audio.
El abrazo al like.
El chiste al meme.
Un encuentro intenso sin foto para una red.

Me gustaba
posar para el portarretrato.
Hacer una reunión 
para mostrar las fotos del viaje.
Que llamen sin pedir permiso.
Que toquen el timbre de sorpresa.

Desearía
no saber adónde se fue aquel de vacaciones
ni qué comió aquella la otra noche.
Que nos acordemos de algunos cumpleaños.
Y que no nos supongamos tan felices.

Extraño 
la sincronía presencial.
O eso
que solía llamarse encuentro
Y era
simplemente
estar juntos un rato.
Darnos la mano. Un beso.
Sonreírnos o callar.
Hablar de nada porque sí.
Estar.

Foto: Damián Basante
Texto: Verónica Mc Loughlin