LABERINTO






Se puede perder el tiempo,
el rumbo,
el ritmo,
la salud,
la oportunidad.

Se puede perder un turno,
un juego,
una apuesta,
una carrera,
un partido,
un negocio,
un trabajo,
un papel,
un concurso,
una elección,
un juicio.

 
Se puede perder al  gato.
 
A veces se pierde el tren,
la valija,
el pasaje,
una llamada,
un recuerdo,
el hilo de la conversación.
 
Se pierde peso,
una pierna,
un embarazo,
un riñón,
una idea.
 
Se pierde plata.
 
También pierde la canilla,
la pileta,
un caño,
el inodoro.
 
Se pierde de vista.
 
Y se pierde la vista,
el oído,
el pelo,
los dientes,
los anteojos,
la belleza,
la agilidad,
la memoria.
 
Se pierde una amiga,
un hijo,
un padre,
una hermana.
Se pierde la paciencia
y la alegría,
la esperanza,
la cordura,
el sentido,
la razón.
 
A veces me pierdo.
 
Se pierde la vida.
Y no se gana.
Ganarse la vida es otra cosa.

Texto y foto: Verónica McLoughlin


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