DIA DEL AMIGO


Qué buena amiga que soy de mí. Soy mi mejor amiga. Tanto, que hoy lo pasé conmigo. Festeje todo el día junto a mi propia compañía. Me levanté y me preparé el desayuno que quería tomar, me compré el diario que quería leer, me ayudé a terminar el trabajo que tenía que entregar, atendí mis llamadas, me reí, elegí la música que quería escuchar, leí el libro que había postergado, me preparé la comida que deseaba comer, me ocupé de mí.
Y no fue fácil entablar esta amistad. Casi 30 años me llevó aceptarme, comprenderme, mirarme y elegirme. Hubo tiempo en el que llegué a no dirigirme la palabra. Y hasta hubo veces, por suerte fueron pocas, en las que me dejé plantada. Pero la vez que más me enojé conmigo fue el día que me olvidé de mi cumpleaños. Fue terrible. Había prometido hacerme una torta, y lo olvidé también. Me sentí muy mal cuando lo recordé, pero ya era tarde, el día había pasado, y el error estaba cometido. Me pedí disculpas, me arrodillé, supliqué, y juré que nunca más me sucedería. Tardé mucho en reconciliarme. Finalmente lo hice. Es que no puedo estar demasiado tiempo enojada conmigo. Es incómodo. Cuando me sucede, no puedo dormir, no puedo comer, no puedo trabajar apropiadamente. Y menos, escribir.
Pero sigo trabajando día a día para mejorar mi relación conmigo. Es que soy difícil. Lo reconozco. Me contradigo, me traiciono, me peleo, me postergo, no me dedico tiempo.
Igual ahora estoy mejor que antes. Puedo conversar conmigo y si me interrumpo, no me molesta tanto. Además me gusta hacer muchas cosas y puedo realizarlas junto a mí, no me desconcentro ni me boicoteo.
Hace un tiempo me empecé a dar gustos, también. Me preparo cosas ricas para comer. Me compro golosinas. Me hago regalos. Me escucho más.
Y me perdí el miedo. Sí, eso. Lo que realmente concretó esta relación es que me perdí el miedo. Porque me conocí más.
Lo más lindo que viví conmigo, fue hace poco. Me tocó atravesar una situación muy dura, muy difícil. Muy triste. Y conté conmigo. No me abandoné. Me di ánimo. Me contuve. Me aconsejé. Y esto me unió definitivamente a mí.
Lo cierto es que me gusta mucho estar conmigo. Me llevo muy bien. Me divierto. Me río. Lloro. Me puedo decir cualquier cosa. Me ayudo.
¡Feliz día para mí! ¡Muy feliz día!
Y feliz día para vos también. Porque desde que me quiero tanto, te quiero mucho más a vos. Porque estoy entera para quererte, porque tengo más energía para acompañarte, porque tengo más amor para darte, porque tengo menos problemas con los que afligirte.
Porque no estoy sola, estoy conmigo.

Fotografía y texto: Verónica Mc Loughlin