CUANDO LA TRISTEZA











Cuando la tristeza abraza no hay nada que hacer. 
Solo dejarla estar. 
Al lado. Adentro. 
Cuando la tristeza llega, ya no hay más vacío. 
Cubre todo. 
Se anida en los huecos del cuerpo. 
Cuando es profunda y se combina con la angustia, los nudos se desatan, el llanto desborda. 
No hay consuelo. 
No hay caricia que detenga el torrente que empuja por salir.
Una buena canción triste, lenta, sólo de guitarras.
Un vaso de vino, y llorar sobre el sillón naranja. 
Dejarse abarcar.
No hay culpables. 
O sí. 
Es difícil enfocar. 
Se multiplican. 
Se reducen. 

El pasado el presente el futuro se funden y confunden.

Cuando hay tristeza, no hay nada más.
Al menos por un rato.
Fotografía: Sebastian Holz
Texto: Verónica Mc Loughlin



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